“Es un hecho comprobado que el aumento y la expansión de las televisiones, la pluralidad de canales, la mayor competencia, no ha significado una mejora en la calidad. Ni siquiera ha significado una diversidad mayor en la oferta. Ofrecer mas programas significa solo tener más de lo mismo. La lucha por el mercado o por la audiencia no implica, en este caso, una mejora del producto” (Victoria Camps)
Leyendo un artículo de Amelia Valcárcel sobre la cultura de la de la democracia reencontré una idea que había estado en mi mente hace tiempo. La Filósofa española logra exponer con gran elocuencia un escabroso tema de gran importancia para la sociedad. Amelia discernió sobre la problemática de los medios de comunicación que surge por su enorme influencia en los campos de la cultura y la educación.
Sin duda alguna es incorrecto delegar la responsabilidad de la educación a los medios de comunicación (en este caso la televisión), pues la obligación de educar es asunto de todos; tanto de la escuela, como de la familia y de todos los sectores sociales. Pero también resulta erróneo negar su poder como herramienta educativa, y es aquí donde entra a jugar la responsabilidad social que deben tener los medios de comunicación, sobre todo en un país como Colombia donde el nivel educativo es aun tan precario e ineficiente.
En el caso colombiano se hace notoria la fuerte influencia de los canales televisivos: encontramos un monopolio del rating gerenciado por dos canales privados, los cuales poseen el poder de vender lo que sea y de enseñar lo que les venga en gana, pues son los colosos del entretenimiento, los que manejan el público. Sabemos bien que la responsabilidad social de una persona (natural o jurídica) crece cuando aumenta su poder de generar opinión y cambios sociales. Este nivel de responsabilidad hace que esa persona asuma dos posiciones: una “responsable” y obviamente una “irresponsable”. Y es frente a este enunciado que me atrevo a decir que hay una falla enorme en la transmisión educativa de estos dos “gigantes” mediáticos llamados RCN y Caracol. Falla que obedece a las precarias franjas educativas que ofrecen en su programación, a los enormes contenidos de programas “basura” cargados de antivalores que solo buscan generar pasión y diversión por medio de la explotación de los sentidos animales del ser humano y no por la razón, y que en ultimas solo buscan una cosa: ganar adeptos y vender, vender como nunca.
En esta carrera por vender sucede algo bastante curioso y contradictorio y es lo siguiente: en la dinámica del libre mercado observamos como un producto cualquiera se ve mejorado a cada momento a causa de la competencia entre los productores, lo que obliga a que es estos se superen y entreguen un producto que genere mayor bienestar para todos los consumidores. Ahora bien, en la televisión no sucede lo mismo; es claro que la competencia hace que los canales mejoren sus herramientas, que se vean obligados a emitir novelas mas “buenas”, series y películas mejores, etc. pero innegablemente la calidad del producto (en cuanto a lo educativo y cultural) sigue en detrimento, porque mientras estos colosos de la televisión nacional sigan presentándose como canales de entretenimiento y no hagan nada a favor de la educación y la cultura estaremos condenados a consumir “basura” en forma de imágenes totalmente vacías.
El entretenimiento es necesario, pero no es la panacea, la educación tiene que estar en un nivel de prioridad mayor que cualquier otra cosa, porque si solo hay entretenimiento para las masas entonces nuestra cultura se enraizará más en la cultura de masas y nunca seremos una sociedad civil, no pasaremos de ser un grupo de consumidores irracionales.
Cuando las personas no tienen acceso a los medios de comunicación (Internet, cable, periódicos…) están obligadas de cierta manera a consumir solo lo que hay, y en Colombia el grueso de la población no tiene esa posibilidad de acceso a la información, por consiguiente la mayoría de colombianos solo consumen lo que hay. Lo que da a entender por qué es tan importante resaltar la responsabilidad que recae en los medios de comunicación en Colombia, y como estamos hablando de televisión: en RCN y Caracol.
El alto consumo de entretenimiento nos hace caer en el circulo vicioso de entretenernos y entretenernos todo el día con la “magnifica” programación de calidad de los canales hegemónicos. Y así, en esta dinámica nos acercamos cada vez mas a esa Gloriosa Roma del coliseo, donde la plebe vivía en un estado de adicción al entretenimiento, donde todos permanecían felices observando los espectáculos circenses, teatrales y brutales que se ofrecían a lo largo de todo el imperio con la venia del emperador, quien tenia muy claro que manejar a una masa ignorante y dependiente del “vicio del entretenimiento“era mas sencillo que manejar a un pueblo educado y con cultura. Un emperador que brindaba a la masa un mundo prestado y ficticio, justo lo que este pedía a gritos.
Es necesario cuestionarnos sobre la irresponsabilidad social de los canales de televisión privados colombianos, sobre el papel de la comisión nacional de televisión, sobre nuestra postura frente a este problema y sobre las posibles soluciones que puedan surgir. Resalto la labor de Señal Colombia, del Canal Institucional y de muchos canales regionales que si han hecho esta valoración y si son responsables con la sociedad.
Por: Hi6uera
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